Lagar de los Dolores: albariza y paseras

La familia Robles lleva generaciones en Montilla elaborando vinos. Pionera en viticultura ecológica y en el uso de levaduras autóctonas, Bodegas Robles fue la primera bodega española en certificar su huella de carbono: una trayectoria que se traduce en coherencia entre campo, bodega y vino.

El Lagar de los Dolores ocupa un pequeño promontorio en Moriles Altos y reúne 13 hectáreas de viñedo ecológico de Pedro Ximénez y Moscatel. La finca mira a la albariza (calizas que guardan agua y luz) como su gran aliada, el origen mineral de una identidad que se percibe en la copa.

El conjunto responde al patrón tradicional de los lagares cordobeses de finales del XIX y principios del XX: vivienda, lagar, bodega de fermentación, cuadra y pajar dispuestos alrededor de un patio. La nave de conos (1916) conserva la escala, la luz y la lógica productiva de una elaboración en origen, pegada a la viña. No hay nostalgia: hay continuidad. Los muros cuentan cómo se prensaba, cómo se movía el mosto, cómo se cuidaba el vino cuando el calendario lo marcaban el sol y el viento.

En 2024, Bodegas Robles recuperó las paseras en el propio pago: racimos de Pedro Ximénez ecológica tendidos sobre espartos para su asoleo, volteados a mano hasta lograr la pasificación. La escena volvió al paisaje tras décadas de ausencia, no como postal costumbrista, sino como reactivación de un saber agrario que explica un estilo de vino.

En el Lagar de los Dolores, el vino no sólo se elabora: se escucha. Entre albariza, esparto y silencio, cada cosecha susurra de qué tierra viene.

Más información en https://bodegasrobles.es/visitas/

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